Significado Espiritual del Equinoccio de Otoño
Nuestras vidas han sido sembradas con significado y propósito. El equinoccio de otoño, una estación de equilibrio y de cosecha. Aquellos de nosotros que vivimos en el hemisferio norte, eso significa que estamos entrando en el tiempo en que las horas de luz se acortan cada día, y se nos da la oportunidad de regenerarnos e ir hacia adentro para fortalecer nuestro ser creativo. Para aquellos que viven debajo del Ecuador, entrarán en la primavera, dando la bienvenida y expandiéndose hacia afuera a medida que la luz permanece con ustedes por más tiempo cada día.
Ya sea que estés esperando la luz creciente, o acurrucarte alrededor del fuego en las oscuras horas de invierno, todos nos vemos afectados por este cambio anual a medida que la tierra se mueve alrededor del sol.
Las primeras civilizaciones estaban en sintonía con las energías del equinoccio, honrando los ciclos de la naturaleza y el cambio de estación. Hoy en día, tenemos que sintonizar más conscientemente para honrar los ritmos naturales de la temporada.
Este día marca un período de gratitud y reflexión. Es un día para encontrar el equilibrio, se supone que es un momento de dar y agradecer, por lo que este es el momento en que muchos paganos comienzan los bancos de alimentos y están al servicio de la comunidad.
La temporada es a la vez un tiempo de celebración y un tiempo de luto. Me refiero a la antigua historia mitológica griega de Deméter que va en busca de su hija Perséfone, que había sido secuestrada por el señor del inframundo, Hades. Deméter es la diosa del grano y de la cosecha. Según el mito, fue su dolor lo que causó que todas las cosechas murieran y la tierra estuviera inactiva.
Gaia se prepara para dormir, un proceso de muerte se vive dentro de ella. El aire se siente diferente, se observa a los animales preparándose, guardando su cosecha para el próximo despertar en la primavera. El espíritu llama a soltar lo que no fue, lo que fue, lo que ya no pertenece, lo que hace daño y los árboles son maestros de esto. Mientras el sol se aleja, nos empuja a mantener el fuego interno pues será lo único que nos sostendrá durante la oscuridad del invierno. El espíritu se acurruca, busca espacio y tiempo. Es momento perfecto para hacer actividades que nos reconectan con él. Hay que llenarlo de calidez, de arte y a el cuerpo de alimentos reconfortantes, para fortalecerlo, pues el vacío del invierno lo sacudirá hasta el centro y lo pondrá a prueba. El otoño nos enseña a prepáranos a “morir” bien, para verdaderamente apreciar nuestro renacer.